Victoria Díez   desde Hornachuelos
 

 La Mina del Rincón Alto 

Con  la llegada de la II República en España, la secularización de la  escuela pública y la prohibición de dar en ella el catecismo se  impone la oportunidad de dar testimonio con el ejemplo.

Tras los sucesos del 18 de julio de 1936

 Hornachuelos quedó en una zona en la que sistemáticamente se produjo una persecución contra la Iglesia. Victoria fue muy consciente del dramático hecho de una España dividida por las armas. Era periodo de vacaciones, pero no quiso abandonar el pueblo y supo, como maestra cristiana, aunar  la competencia profesional y el valor de confesar su fe.

En el círculo de los más íntimos., a Victoria, se le ha oído decir: “ Nuestros  pueblos necesitan riegos de sangre. ¿Quién la dará primero?

En la madrugada del 12 de Agosto, junto con el párroco y 16 más, rodeada de hombres armados, recorre el camino hacia la Mina del Rincón Alto. Les envolvía un silencio cómplice y acusador, vergonzante y responsable. Silencio total, como si la naturaleza se permitiera el lujo de dar su eterna lección de sensatez.

“Cuando Victoria Díez recorría los doce kilómetros que distan de Hornachuelos a La Mina del Rincón, es decir, el tramo final que la llevó al lugar donde ofrecería su supremo gesto de amor, había recorrido ya muchos caminos, que se funden en realidad en uno solo: el seguimiento de Cristo en la vida y en la muerte. Su gesto final no fue sino la coherencia con su entrega de cada día, la última etapa de un itinerario marcado por la entrega joven y genuina a la causa de Jesús. …en cada cruce de caminos Victoria descubrió la presencia confortante de una Madre, María, a quién amó con especial ternura. También la invocó con fuerza en aquel momento definitivo…Llegado el momento de la extrema fidelidad, Victoria recibió el don de entregar la vida por Cristo y con Cristo. Era el culmen de un camino sólo explicable desde el amor”. (Cardenal E. Martínez Somalo L´Osservatore Romano. Octubre 1993)

 Al amanecer, del día 12, después de caminar toda la noche, es la llegada a "La Mina del Rincón Alto" de Hornachuelos

En todo momento, mantuvo el ánimo de  sus compañeros y presenció con extraordinaria fortaleza la muerte de todos. Muere ella al final, cuando solo contaba 32 años. Por los comentarios posteriores de los milicianos se conservan algunas de sus palabras: “¡Veo el cielo abierto!...Animo, daos prisa…Nos espera el premio”.

  Su última lección, fue aquí , al borde del pozo de la mina, mostrando la fuerza del perdón. Y su voz una vez más  hecha mensaje de paz,  nos enseña la necesidad  apremiante de  asumir el precio de la fe en unas circunstancias que dificultan el compromiso cristiano, en todos los ámbitos, personales y sociales.